AnOrO
08/08/2005, 23:23
El tiempo de lluvias ya ha llegado, y aunque todavía no hemos vivido la parte más intensa de esta temporada, es conveniente hacer prevenciones de seguridad al automóvil propios de esta época, siendo primordial la buena visión al manejar
José Luis Alarcón Vela
EL UNIVERSAL
Sábado 06 de agosto de 2005
El tiempo de lluvias ya ha llegado, y aunque todavía no hemos vivido la parte más intensa de esta temporada, es conveniente hacer prevenciones de seguridad al automóvil propios de esta época, siendo primordial la buena visión al manejar.
Ni una franela, ni un papel, ni la palma de la mano, pueden servir para devolvernos la visibilidad mientras manejamos en plena lluvia, cuando los limpiaparabrisas fallan.
Para una buena visión es indispensable el uso de los limpiavidrios o limpiaparabrisas, dispositivo que en el nombre deja bien clara su función.
De acuerdo con el Diccionario de la Real Academia Española el limpiaparabrisas es “un mecanismo que se adapta a la parte exterior del parabrisas y que, moviéndose de un lado a otro, aparta la lluvia o nieve que cae sobre él”.
También solemos llamar del mismo modo al dispositivo trasero con el que cuentan algunos de los vehículos, aunque lo que éste limpia no es un parabrisas sino la luneta que está en la parte trasera.
Pasado y presente
Desde los años 20 comenzó a utilizarse este accesorio en algunos automóviles, aunque entonces no era más que una banda de caucho —lo que hoy sería la escobilla o hule— accionada manualmente.
Pocos años después se introdujeron sistemas más complicados que incorporaban un motor eléctrico más regular en su funcionamiento.
Década tras década, éstos han evolucionado al mismo ritmo que los autos en los que se instalaban.
En la actualidad los mecanismos de limpieza son muy sofisticados: con marcha silenciosa, de varias velocidades, funcionamiento conjunto con el ‘lavaparabrisas’ que envía un chorro de agua hacia el cristal; articulación del brazo, o incluso, accionamiento automático manejado con un sensor de lluvia.
La función es cada vez más importante dada la superficie acristalada creciente que incorporan los automóviles modernos para mejorar la visibilidad.
A altas velocidades es absolutamente necesario, para nuestra seguridad, disponer de un dispositivo que nos ofrezca una buena limpieza en cualquier condición climatológica, ya que ello nos ayudará a evitar cualquier accidente.
Componentes y funcionamiento
Generalmente, el equipo consta de tres elementos importantes:
Motor propulsor: Suele ser eléctrico en los automóviles y neumático en los industriales que disponen de depósitos de aire comprimido.
Los motores eléctricos más comunes son de corriente continua y necesitan una potencia muy limitada para su funcionamiento, dependiendo de la velocidad de las escobillas y de la amplitud de la superficie a limpiar.
Control o timonería: Constituido por varios elementos o bielas y soportes de ejes, que transforman el movimiento rotativo del motor en oscilante de los brazos.
El sistema más extendido es el de dos escobillas que funcionan en paralelo, donde el segundo brazo recibe el movimiento del primero por medio de un tirante.
Brazo-escobilla: El brazo es el que recibe el movimiento oscilante de la timonería y su rigidez es muy importante, ya que de ella depende el buen funcionamiento del hule, goma o escobilla que se le colocará.
La presión del brazo obtenida mediante un sistema de resorte, se transmite a la escobilla para obtener una perfecta adaptación sobre la curvatura del cristal, evitando que se separe del mismo por el viento a altas velocidades.
Si el brazo sufre alguna deformación por diversas situaciones como al estar lavándolo o al cambiar los hules e inclusive por el uso mismo, difícilmente obtendremos una limpieza aceptable de nuestro parabrisas.
Por ello, los fabricantes recomiendan que se cambien los brazos cuando se observe que la presión ha disminuido, cuando hayan sufrido alguna deformación o cada dos años.
Por lo que se refiere a las escobillas, su cometido también es fundamental, ya que de ellas depende directamente el limpiado de nuestro parabrisas mediante el movimiento de barrido.
Su diseño y fabricación han sido objeto de un detallado estudio por parte de los ingenieros para obtener los resultados más satisfactorios y fiables.
Entre sus diversos componentes, es el tipo de goma la que ha recibido una mayor atención de los expertos, tanto en su materia prima como en su geometría.
Los componentes actuales están distribuidos de manera que la repartición de fuerzas sea la adecuada en toda la longitud de las mismas, a fin de obtener la óptima presión de la goma sobre el cristal en todo su recorrido que mejora la limpieza de la superficie con agua.
Factores de desgaste
Las principales causas que provocan una mala limpieza son el envejecimiento de la goma por los efectos del aire, el ozono, las lluvias abrasivas, así como del sol.
A la holgura que con el tiempo y el uso toma el enganche del brazo a la escobilla y el deterioro de la goma se debe a cuestiones como: choques de la gravilla suelta en el pavimento, heladas nocturnas —sobre todo en los coches que “duermen” en la calle—, por la limpieza del vehículo en los autolavados, etcétera.
Por ello, es necesario estar atentos a todos estos puntos para asegurar la eficacia y una buena visibilidad.
José Luis Alarcón Vela
EL UNIVERSAL
Sábado 06 de agosto de 2005
El tiempo de lluvias ya ha llegado, y aunque todavía no hemos vivido la parte más intensa de esta temporada, es conveniente hacer prevenciones de seguridad al automóvil propios de esta época, siendo primordial la buena visión al manejar.
Ni una franela, ni un papel, ni la palma de la mano, pueden servir para devolvernos la visibilidad mientras manejamos en plena lluvia, cuando los limpiaparabrisas fallan.
Para una buena visión es indispensable el uso de los limpiavidrios o limpiaparabrisas, dispositivo que en el nombre deja bien clara su función.
De acuerdo con el Diccionario de la Real Academia Española el limpiaparabrisas es “un mecanismo que se adapta a la parte exterior del parabrisas y que, moviéndose de un lado a otro, aparta la lluvia o nieve que cae sobre él”.
También solemos llamar del mismo modo al dispositivo trasero con el que cuentan algunos de los vehículos, aunque lo que éste limpia no es un parabrisas sino la luneta que está en la parte trasera.
Pasado y presente
Desde los años 20 comenzó a utilizarse este accesorio en algunos automóviles, aunque entonces no era más que una banda de caucho —lo que hoy sería la escobilla o hule— accionada manualmente.
Pocos años después se introdujeron sistemas más complicados que incorporaban un motor eléctrico más regular en su funcionamiento.
Década tras década, éstos han evolucionado al mismo ritmo que los autos en los que se instalaban.
En la actualidad los mecanismos de limpieza son muy sofisticados: con marcha silenciosa, de varias velocidades, funcionamiento conjunto con el ‘lavaparabrisas’ que envía un chorro de agua hacia el cristal; articulación del brazo, o incluso, accionamiento automático manejado con un sensor de lluvia.
La función es cada vez más importante dada la superficie acristalada creciente que incorporan los automóviles modernos para mejorar la visibilidad.
A altas velocidades es absolutamente necesario, para nuestra seguridad, disponer de un dispositivo que nos ofrezca una buena limpieza en cualquier condición climatológica, ya que ello nos ayudará a evitar cualquier accidente.
Componentes y funcionamiento
Generalmente, el equipo consta de tres elementos importantes:
Motor propulsor: Suele ser eléctrico en los automóviles y neumático en los industriales que disponen de depósitos de aire comprimido.
Los motores eléctricos más comunes son de corriente continua y necesitan una potencia muy limitada para su funcionamiento, dependiendo de la velocidad de las escobillas y de la amplitud de la superficie a limpiar.
Control o timonería: Constituido por varios elementos o bielas y soportes de ejes, que transforman el movimiento rotativo del motor en oscilante de los brazos.
El sistema más extendido es el de dos escobillas que funcionan en paralelo, donde el segundo brazo recibe el movimiento del primero por medio de un tirante.
Brazo-escobilla: El brazo es el que recibe el movimiento oscilante de la timonería y su rigidez es muy importante, ya que de ella depende el buen funcionamiento del hule, goma o escobilla que se le colocará.
La presión del brazo obtenida mediante un sistema de resorte, se transmite a la escobilla para obtener una perfecta adaptación sobre la curvatura del cristal, evitando que se separe del mismo por el viento a altas velocidades.
Si el brazo sufre alguna deformación por diversas situaciones como al estar lavándolo o al cambiar los hules e inclusive por el uso mismo, difícilmente obtendremos una limpieza aceptable de nuestro parabrisas.
Por ello, los fabricantes recomiendan que se cambien los brazos cuando se observe que la presión ha disminuido, cuando hayan sufrido alguna deformación o cada dos años.
Por lo que se refiere a las escobillas, su cometido también es fundamental, ya que de ellas depende directamente el limpiado de nuestro parabrisas mediante el movimiento de barrido.
Su diseño y fabricación han sido objeto de un detallado estudio por parte de los ingenieros para obtener los resultados más satisfactorios y fiables.
Entre sus diversos componentes, es el tipo de goma la que ha recibido una mayor atención de los expertos, tanto en su materia prima como en su geometría.
Los componentes actuales están distribuidos de manera que la repartición de fuerzas sea la adecuada en toda la longitud de las mismas, a fin de obtener la óptima presión de la goma sobre el cristal en todo su recorrido que mejora la limpieza de la superficie con agua.
Factores de desgaste
Las principales causas que provocan una mala limpieza son el envejecimiento de la goma por los efectos del aire, el ozono, las lluvias abrasivas, así como del sol.
A la holgura que con el tiempo y el uso toma el enganche del brazo a la escobilla y el deterioro de la goma se debe a cuestiones como: choques de la gravilla suelta en el pavimento, heladas nocturnas —sobre todo en los coches que “duermen” en la calle—, por la limpieza del vehículo en los autolavados, etcétera.
Por ello, es necesario estar atentos a todos estos puntos para asegurar la eficacia y una buena visibilidad.