EL CARRO MISTERIOSO
Luego también algunos viejos policías de servicio nocturno de esa época como Severo "El Pitoto" y su hermano Filemón contaban que a media noche llegaba a El Fuerte un misterioso vehículo de forma y características no usual, no como los demás carros muy pocos por cierto- que en la ciudad circulaban. Este vehículo se paraba frente al zaguán de la casona después de las doce de la noche cuando el servicio de luz eléctrica municipal se suspendía, y empezaba a ser cargado con cajas de madera no muy grandes y al parecer algo pesadas. Esta tarea se realizaba con gran sigilo y movilidad, así como a las dos horas carro enfilaba en aquella oscuridad por la calle Obregón rumbo a la salida a Los Mochis.
Y dicen este movimiento se realizó en varias ocasiones.
Bueno, vamos a suponer que todo esto tenga algo de cierto, que no sea una más de las leyendas de El Fuerte, pero ¿y quién emparedó ese fabuloso tesoro y porqué lo dejó ahí?
Quizás esta interrogante tenga respuesta si le hacemos caso a la vieja leyenda que cuenta de un "sucedido" que ya nadie recuerda pero que dicen fue palpable realidad.
LLEGAN LOS CONDES DE RETES
A principios del siglo antepasado, cuando todavía no éramos nación mexicana sino la Nueva España, se dice que llegó a América una pareja de jóvenes esposos pertenecientes ambos a la nobleza española, y se vinieron a radicar directamente a El Fuerte, con el único propósito de comerciar con metales preciosos, es decir ellos con una disponibilidad amplia de dinero comprarían aquí oro y plata para enviarlo a España por el único medio de transporte de entonces o sea por mar, con los riesgos y peligros que ello implicaba.
Se establecen como dijimos en El Fuerte y por principio de cuentas edifican una gran mansión obviamente de estilo colonial y ahí comienzan su preciada tarea. Y así empieza a transcurrir su vida en la apacible y placentera villa de El Fuerte de Montesclaros. Se dice también que ella era una mujer muy hermosa nacida en la provincia de Andalucía, y él un apuesto mozo de origen Granadino.
Es tan vieja la leyenda que el nombre de él se perdió en el olvido, sólo se sabe que pertenecía al linaje de los llamados Condes de Retes, en cambio el de ella si se conserva en la memoria, se llamaba Arcadia Gonzáles.
A HACER LA BÓVEDA
Como en esos tiempos las cajas fuertes no se inventaban, la pareja optó por hacer una bóveda en medio de dos cuartos levantando una gruesa contrapared y dejando en medio la oquedad requerida Cuando aquella original caja de seguridad quedó terminada, se le dotó de una pequeña ventana en la parte alta y por ahí empezaron a vaciar a granel barras de oro y plata, así como monedas de alta denominación en oro. Para llevar a cabo esta tarea de compra y almacenamiento se tardaban años, para así completar un buen cargamento y enviarlo a sus contactos a España.
PERO NO FALTA UN PERO
La armonía y felicidad de la pareja hubiera sido completa a no ser por una sola cosa, no pudieron tener hijos. Esto provocó una gran frustración en los dos, dando por resultado ciertas desavenencias que mermaron la buena marcha de aquella relación.
EL CONDE Y LA SIRVIENTA
En la casa tenían a su servicio una bella doncella sierreña y sonrosada que se había traído del rumbo de Batopilas a donde viajaban seguido a hacer sus arreglos de las compras de oro y plata.
Aquella joven pronto salió embarazada por culpa del apuesto patrón, esto por supuesto lo supo perfectamente la esposa y para "desembarazarse" de aquella situación que sería una gran vergüenza ante el aristocrático círculo social que les rodeaba, el español optó por desaparecer a la sirviente a la cual se dice envenenó y sepultó clandestinamente en un lugar oculto en la mansión, y propalando por supuesto la versión de que la joven se había ido para su lejana tierra.
¿ANDABA MAL DE LA CABEZA?
Pero este caso al tiempo se repitió con otra joven en iguales circunstancias y con los mismos resultados. Esto por supuesto indignó en grado superlativo a su esposa Arcadia, y las relaciones conyugales tomaron cariz tenso y hasta peligroso; no tuvo vuelta, a eliminar también a esta otra; él quizá pensaba así como había eliminado a las dos mujeres hacerlo igual con su esposa para así rehacer su vida con quien sí pudiera darle hijos, cosa que era su gran preocupación, pues cómo se iba a cortar la dinastía de los Retes. Ella por su parte no dormía con el temor de correr igual suerte, ya que a esas alturas nadie podría haber asegurado que la salud mental de uno o de los dos cónyuges seguía siendo cien por ciento normal.
LA DECISIÓN FATAL
Con ese estado las cosas, en esa tensión constante, la hermosa Arcadia una noche lo decidió todo.
A la siguiente noche ya estaba velando el cuerpo del apuesto Conde de Retes, quién horas antes había muerto repentinamente de una fuerte intoxicación. Le pegó "congestión" dijo la gente, efectivamente lo habían "congestionado" tres diminutos gramos de estricnina aplicada cuidadosamente en la comida.
EL ÚLTIMO VIAJE
La bella Arcadia mando embalsamar el cuerpo de su "querido" esposo y cuando estuvo listo, cerró el portón que era la única entrada a la mansión y así cuerpo y dama se fueron a la capital de la Nueva España, a la ciudad de México, y de ahí lo llevó a Veracruz embarcándose en ese puerto rumbo a España naturalmente. Toda esta etapa hasta aquí narrada debe haber transcurrido entre 1800 y 1810.
UN GRITO DE REBELDÍA
Doña Arcadia preparaba su viaje de regreso acá en México cuando a un cura se le ocurre prender la mecha de un movimiento independentista, esto hace que la dama suspenda obviamente su regreso, pues la cosa se ponía fea en verdad, ese cura de nuestra historia todos sabemos que se llamó don Miguel Hidalgo y Costilla.
Y como la guerra de independencia duró once años, fueron al parecer los mismos que doña Arcadia permaneció en España sin poder volver acá al Fuerte, todo ese tiempo su casa permaneció cerrada y su tesoro ahí incólume durmiendo el sueño de los justos.